Jamás me puse a pensar qué sentirían mis padres al tener que dejarme en el colegio por primera vez… Hasta que yo tuve que ver a mi pequeño colochito subirse a un bus escolar estallando en llanto.
Realmente es algo interesante y emocionante buscar colegios, cotizar, emocionarse viendo crayones, mochilas de colores, buscando alguna lonchera resistente y bonita, esforzándote por bordar una gavachita o colocarle nombre a las prendas de vestir, buscar figuritas para pegar en los libros y cuadernos y pensar en lo bonito que será para tu pequeño el compartir con otros niños de su misma edad…….. Todo, antes de encontrarte con sus lágrimas cuando se va alejando de ti y tu vista se pierde en el horizonte intentando memorizarte la placa del bus. Puedo decir con toda franqueza que el sistema GPS no era nada comparado con mi vista cuando iba detrás del bus en su recorrido para el colegio el primer día que mi hijo se fue; Y es que realmente son nuestros hijos, nuestro más grande tesoro, a los que cuidamos y por quienes nos esmeramos tanto porque no tengan ni una mancha o arruga en su ropa, que, al momento de “dejarlos ir”, nuestro cerebro solamente piensa en qué harás en caso de alguna emergencia, en cuantos minutos te tomaría llegar a donde está, o si servirá o no el número de los bomberos o de los seguros contra accidentes que actualmente figuran tanto en el formulario de ingreso de los establecimientos escolares.
Es difícil, pero sin duda, indispensable que nuestros pequeños, ahora ya no tan pequeños, crezcan.
¿La edad ideal para empezar?
Yo no soy psicóloga, mi hijo apenas tenía 2 años y tres meses cuando empezó a estudiar y mi corazón es sumamente frágil…. Pero puedo decir con toda franqueza que la mejor edad para que empiecen su educación es cuando te das cuenta que los juguetes por muy educativos que sean y por mucho que hagas para volverte maestro en casa, ya no son suficientes para la imaginación de tus retoños.
La edad ideal, es cuando en tu corazón sientes que quisieras comprarles el mundo entero, pero que definitivamente te estas portando egoísta al no dejarlo explorar y compartir de otras formas y con otras personas.
La edad ideal es cuando tú sientes que debes volver a retomar tu vida, como profesional, como ama de casa, como persona, como varón y cabeza de familia, como ser humano y que puedes dar más de ti mismo sin sentirte culpable por compartir tu mundo con otras personas fuera de tu círculo familiar. Esto no significa que los abandones o hagas de menos a los tuyos, significa que estás dando el espacio para que crezcan, como personas, como individuos, que busquen y tengan éxitos, fracasos, alegrías, experiencias nuevas que puedan compartir , haciendo más fuerte el lazo que te une a ellos, sin dejar de ser tú, su principal maestro.
La edad ideal es cuando te sientas con tu pequeño(a) y ves en sus ojos que te ama y se conectan con los tuyos en un cruce de miradas con un amor tal, que no existen palabras para describirlo y sabes con todo el corazón que no habrá poder humano, ni distancia alguna que logre cambiar eso jamás.
Definitivamente te encontrarás con días en que no sabrás a ciencia cierta si hiciste o no, una buena elección, querrás abrazarlo(a) tan fuerte que las calcomanías de los libros no te ganarían y por mucho que confíes en las maestras y hayas inspeccionado cada centímetro del lugar un día tomarás el teléfono preguntando como le fue y si todo está bien. Es normal que te sientas agobiada por la idea de no saber si se adaptará o no, si se tomara su refacción o no, si sentirá frio o calor, si son seguros los juegos en donde estará o si irá de vuelta contándote algo de lo que hizo en el día, pero ten paciencia, todo es un proceso de adaptación y todo inicio cuesta, pero luego, veras el cambio.
Puede que algunos días sus lágrimas opaquen tu mundo, pero seguramente serán lágrimas de temor al conocer cosas nuevas, pero no de tristeza. Acá la llave maestra para que se vuelva una bonita experiencia para ambos es por tanto, paciencia y mucho amor.
Tips:
– Intenta sentarte un momento contigo misma(o) y analizar siendo sinceros, porqué razones deseas que tu hijo empiece a ir al colegio. Pueden estas ser financieras (porque debes empezar a trabajar para ganar dinero y no tienes con quien dejarlo(a)), emocionales (porque extrañas el aire de disfrutar un momento a solas, salir con tus antiguos amigos, sientes que ya tú, no puedes darles el tiempo que necesitan, rompiste algún compromiso o vínculo amoroso y debes establecer un nuevo estilo de vida, etc.) racionales (crees definitivamente que es hora de que tu hijo(a) crezca y establezca nuevos desafíos, las personas que los cuidan no cumplen con tus expectativas, cambiaste de lugar de vivienda o de trabajo y por horarios prefieres que este en otro lugar, etc.).
– Vuelve a pensar en las razones que te motivan a tomar la decisión y piensa si no existe alguna opción alterna que supere los pros de iniciar una vida escolar.
– Busca en diferentes medios lugares, comentarios, rutas de acceso, precios y cotiza, analiza, pide información, haz un balance de pros y contras de cada establecimiento, pide visitas y ve con tu pequeño(a) en horarios de estudio para observar cómo reacciona al ver a otro niños.
– Si es posible, pide unas semanas previas al inicio de clases para llevarlo a que experimente lo que sería estudiar allí.
– Véndele la idea a tu hijo(a) comprándole crayones de colores, ayudándole a pintar en cuadernos, decir que otros familiares ya van al colegio, pidiéndole que sea él o ella quien escoja su lonchera o mochila, levantándolo con caricaturas en la televisión unas semanas antes a la hora en que pasaría el bus o irías de dejarlo(a), comprándole una mascota que le ayude a tener ciertas “responsabilidades” como darle de comer para que vaya aprendiendo a ser “grande”.
– Pregúntale si le gustaría ir al colegio y dile claramente lo que irá a aprender.
– Intenta no angustiarte, de todas maneras, tú y yo sabemos que esto tarde o temprano tenía que pasar, así que hazlo fácil para ti misma(o).
– Cuando comience a ir al colegio, no lo(a) hostigues todos los días preguntándole como le fue o qué hizo, seguramente, será por unas cuantas semanas, un tema que no quiera tocar. Más bien al llegar a casa de vuelta, entretenlo(a) con sus juguetes o con algo que le haga de nuevo “sentirse en casa”.
– Pide en el establecimiento un teléfono directo donde puedas preguntar cómo se encuentra, si se calmó o no si fuera llorando, alguna petición en especial o cualquier duda que tengas. No temas llamar si te sientes intranquila(o), al final, tendrán que comprenderte y para eso estas pagando, pero controla tus emociones, no permitas que se te vuelva una obsesión que te quite la atención de otras cosas que debes realizar.
– Si debes darle medicamentos, hazlo en horarios que tú puedas dárselos.
– Compra chalecos. En días de frío, te serán útiles cuando les quiten sus chumpas o suéteres, de esta manera, seguirán protegidos.
– Intenta que la secuencia de las vacunas esté terminada antes de empezar el ciclo escolar. No sabes con qué sorpresas puedas encontrarte y debes estar preparado(a).
– No endoses todas las responsabilidades al colegio, ya que si bien es cierto que deben ayudarte en la educación de tu hijo(a), habrá cosas que debes hacer tú como su padre.
– No pienses que tu podrías darle la educación que necesita, ya que aunque existen metodologías que te permiten tener clases online e impartirlas tú en casa, jamás podrás remplazar la experiencia de sentarse en la grama con nuevos compañeritos, ensuciarse las manos sin que le regañen, pelearte o abrazar a alguien de su misma edad y establecer vínculos de amistad o que descubran que el mundo es muchísimo más grande que las cuatro paredes de tu casa.
– Déjale crecer, explorar, compartir, llorar y reír. Piensa que también tiene su propia vida por muy pequeño(a) que parezca.